viernes, 18 de junio de 2010

Las primeras palabras de la mañana fueron en japonés


No fue fácil bajar los 330 metros de hierro pudelado desde la punta de la torre hasta las fuentes.Pero lo conseguí. Tuve que meterme en un plastiquito transparente de cajetilla de tabaco que alguien había dejado sobre la barandilla de forja y hacer parapenting a mi manera.La noche estaba tranquila y no había viento, así que me metí como pude en el plastiquito, miré hacia Santiago, me apoyé sobre mi SiemprePalpitante e Ingobernable Corazón y salté al vacío...
Como pude y sin respirar, recé 14 rosarios a toda leche hasta que afuenticé a bruscos trompicones para quedarme finalmente colgado de un gran foco de luz que iluminaba el cielo. Una sombra de mí, y del plastiquito se proyectaba sobre La Ciudad de Las Luces...
Un aplauso y vítores. Turistas enaltecidos se iban acercabando hasta mí...
No entendía lo que me estaba pasando...

En cuanto asomé un poco mi UÑA-QUE-TODO-LO-VE,...una encantadora japonesa-la más rápida de los allí congregados en llegar hasta mí- me miraba fíjamente mientras sacaba su Polaroid.

-Coni Chuá...my darling...-FLASH!!!,-y una sonrisa irrestible.

ALGARABÍA!
Me cogió de la bolsa con sus encantadoras uñas fucsia a lo Florende Griffith que me resultaban tan familiares y me metió en su adorable bolsito dorado chillón...

Percebón empezaba a entender la divina locura de La Ciudad de Las Luces.

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